Descripción

Llevo cerca de 20 años juntando y coleccionando libros, revistas y mucho material impreso, no ha sido fácil, he tenido que recorrer puestos, locales, tianguis, tiendas y demás en busca de ello.

A partir de mi acceso a internet, me he enterado de la existencia de más material y es el que actualmente me ayuda en su búsqueda y localización.

En este su blog, me encuentro subiendo imágenes de este material con el fin de compartirles lo que he encontrado y lo que aún sigo en su búsqueda.

Si en algún momento algún autor, siente que me encuentro violando sus derechos en el material que expongo o las citas bibliográficas tienen errores, por favor indíquenmelo y procederé a eliminar el material o a corregir las citas bibliográficas.

Email: fernando.jorge.flores16@gmail.com

viernes, 20 de septiembre de 2013

Poeta de la Generación Beat

José Luis Durán King 


La madre de William Burroughs (quien siempre consideró al Almuerzo desnudo como "ese libro torcido") debió haberse sentido en ocasiones como una perra alsaciana con pedigrí que inexplicablemente dio a luz un cachorro de coyote. Hija de un ministro metodista, gozaba de una reputación a nivel nacional por haber escrito tres variaciones sobre un mismo tema: Los arreglos florales: un pasatiempo fascinante. Su esposo era un hombre rico, que pasaba sus últimos días admirando el paisaje y gozando una fortuna construida a partir de una máquina sumadora inventada por su progenitor.

El libro del hijo, el Almuerzo desnudo, obtuvo su título de manera accidental. William Burroughs quiso llamarlo en primera instancia "Lujuria desnuda". Sin embargo, su manuscrito fue mal leído por Allen Ginsberg, surgiendo así el título con el que se conoce universalmente. Junto con Jack Kerouac, Burroughs y Ginsberg fueron los escritores líderes de la llamada Generación Beat, y su presencia en el mundo de las letras no pudo haber tenido una mejor oportunidad. Para la juventud contracultural de los años 50, que se sentía libre de los deberes sofocantes del patriotismo y el autosacrificio impuesto por la guerra de Corea y la segunda conflagración mundial, estos líderes dieron cuerpo y manifiesto a las ideas liberadoras del anarquismo, mismas que años después todavía irradiarían con su luz los movimientos hippie y punk.

En el caso de William Burroughs, sus ideas están fuertemente enraizadas en el individualismo estadounidense, lo cual no resultó obstáculo para que fuera incluso venerado por la izquierda europea, cuya ideología se basa en una especie de colectivismo. En una carta escrita a Allen Ginsberg en 1949, Burroughs lamentaba que Estados Unidos "se dirige hacia un Estado socialista y policiaco similar a Inglaterra y no muy diferente de la Unión Soviética". Es decir, Burroughs nunca tuvo ni por equivocación pretensiones proletarias. Todo lo contrario: su educación transcurrió en los ambientes higiénicos de los colegios privados antes de cursar una especialización en letras inglesas en Harvard. Y más aún: jamás vistió un overol, sólo trajes estilo banquero, incluso cuando no se bañaba en varios días.

Hostil a cualquier insinuación de autoridad, Burroughs condujo su vida al amparo de un intenso individualismo, sin hacer a un lado las experiencias más extremas de la sensibilidad humana. Su escatológico Almuerzo desnudo fue publicado en 1959 por Olympia Press, en París, para evitar las leyes contra la obscenidad tan en boga en Estados Unidos por aquel entonces. Algo similar sucedió con su obra casi biográfica Junky (1953), la cual removió miles de estómagos en el mundo. En 1991, el cineasta David Cronenberg, haciendo eco a los planteamientos de Burroughs, llevó a la pantalla grande el Almuerzo desnudo, misma que puso en aprietos las entrañas de los cinéfilos con las ladillas y cucarachas que emergían de toda emisión y excreción humanas.

No obstante, Cronenberg sólo siguió al pie de la letra el horror venéreo propuesto por Burroughs en gran parte de su obra. Por ejemplo, el Almuerzo desnudo inicia a tambor batiente con un párrafo en el que su autor se refiere a la adicción a las drogas: "Fui adicto durante 15 años… La he fumado, comido, aspirado, inyectado en vena y músculo, insertado en supositorios rectales. La aguja no es importante. Ya sea que la aspires, la fumes, la comas o la introduzcas en tu propio culo, el resultado es el mismo: la adicción".

Pero, y tal fue su perenne mensaje, cuando él habló de la adicción a la droga, no se refería a la mariguana o demás drogas del grupo de los alucinógenos. De hecho, no existen evidencias de que la utilización de algún alucinógeno conduzca a la dependencia física. No, las drogas a las que Burroughs se remitió en sus libros eran las fuertes, sobre todo las derivadas de la amapola. En 1991, cuando Estados Unidos ya estaba plenamente instalado como el mercado consumidor más grande del planeta, el escritor redactó una advertencia: "La histeria antidrogas es ahora mundial, y trae consigo una amenaza mortal a las libertades personales. Di no a la narcohisteria".

Ya viejo, antes de que las parcas lo jalaran consigo el 2 de agosto de 1997, cuando cuidaba sus gatos y las armas que tanto adoró (fue un orgulloso miembro de la tétrica Asociación Nacional del Rifle estadounidense) en su bungalow de Lawrence, Kansas, Burroughs tuvo mucho tiempo para constatar que su consigna de "tienes que pagar por todo en esta vida" era verdadera. Posiblemente recordó los sabores dulces de su existencia –por ejemplo, su matrimonio con Ilse Klapper, una judía alemana que huyó de las garras del nazismo–, pero también los tragos amargos producto de los excesos. En el sopor de una juerga que tuvo lugar en 1951 en la ciudad de México, tomó una pistola y dijo a Joan Vollmer, su entonces esposa: "Es hora de nuestro acto de Guillermo Tell". Ella obedeció y se colocó un vaso en la cabeza. Burroughs abrió fuego y falló por milímetros, los suficientes para que Joan cayera como si la hubiese fulminado un rayo.

Quizá también recordó las memorias –dolorosas– de su hijo, un joven dañado física y psicológicamente que, como adolescente, nunca pudo asimilar del todo las inclinaciones homosexuales de su padre, cuando éste vivía en Tánger en compañía de sus novios, mismos que siempre intentaban seducir al hijo del escritor. Billy Jr. siguió el ejemplo de drogas y alcohol de su padre y falleció de cirrosis en el hígado a los 33 años.

Profeta de la Generación Beat, santón de la contracultura estadounidense y del mundo, lo más probable es que en estos momentos William Burroughs pase su tiempo inyectándose heroína sentado sobre la piedra de un arrecife del infierno, que es, a fin de cuentas, la última parada en el largo camino de los escritores malditos


José Luis Durán King es autor del libro de cuentos Tabula Rasa.

http://www.etcetera.com.mx/1999/339/dkjl0339.htm


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